Este domingo se celebrará la misa de la Octava del Carmen seguida de la procesión de la imagen realejera a hombros de los marineros portuenses.
El municipio de Los Realejos volverá a vivir este domingo 30 de julio uno de sus días grandes del año, la Octava del Carmen, “esa jornada extraordinaria en la que prestamos nuestra imagen de la Virgen del Carmen a los marinos del vecino municipio de Puerto de la Cruz para que la paseen por nuestras calles, una tradición que se remonta a mediados del siglo XVIII”.
La misa será oficiada en el Santuario del Carmen, ubicado en el núcleo de San Agustín, a las 19:30 horas, cantada por el grupo Tigaray. A su término será la ansiada procesión, que lleva tres años consecutivos sin celebrarse, 2020 y 2021 a consecuencia de la pandemia, y el pasado 2022 por el incendio que afectaba a los montes de Los Realejos, San Juan de la Rambla y La Guancha.
“Los registros históricos apuntan a que desde 1750, sólo se había fallado a esta cita en el año 1812 por culpa de una epidemia que afectó a la comarca norte de la isla de Tenerife, episodios de ausencia que no se habían repetido hasta estos tres últimos años, por lo que la cita de este domingo 30 de julio de 2023 va a ser mucho más emotiva, si cabe, que las que estábamos acostumbrados a vivir”, expone el alcalde de Los Realejos, Adolfo González.
“Desde el gobierno local hemos retomado los esfuerzos para tratar de llevar esta tradición cercana a los tres siglos de historia a la consideración de Fiesta de Interés Turístico Regional en un expediente en el que ya se está trabajando, dada esa extraordinaria circunstancia de unir a dos pueblos en torno a una devoción compartida por una misma imagen, en este caso la de Nuestra Señora del Carmen de Los Realejos”, avanza el edil.
Un año más los medios de comunicación locales, provinciales y regionales volverán a hacerse eco de esta festividad, y es que “demostrado queda el atractivo que supone que a los marinos de Puerto de la Cruz se les conceda el privilegio de cargar a nuestro preciado tesoro, la imagen mariana realejera que mayor fervor despierta, talla escultórica de la escuela genovesa de Antón María Maragliano que es además desde 1985 la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Los Realejos”, señala el concejal de Turismo, José David Cabrera.
Así, las calles del núcleo realejero de San Agustín volverán a ser un hervidero de gentes venidas de todos los rincones de la isla, pues trasciende la expectación de estos dos municipios más allá de ellos, para presenciar este domingo 30 de julio una de las procesiones más peculiares de cuantas se celebran en nuestro archipiélago, la de la Octava del Carmen, en la que son los devotos de un municipio los que llevan en procesión a una de las imágenes de referencia de otro municipio.
La procesión con la imagen de la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Los Realejos y también considerada patrona de la gente de la mar y de todo el Valle de la Orotava, recorrerá las calles de San Agustín, La Alhóndiga, ascenderá por C/ La Virgen, descenderá por C/ San Agustín para continuar hacia García Estrada, girar hacia C/ El Mar hasta cruce con Calle Siete Fuentes y regreso, asciende por C/ El Carmen, gira a la izquierda hacia C/ La Alhóndiga hasta la escalinata principal de la Plaza de San Agustín para entrar nuevamente al Santuario. El recorrido estará acompañado por los cánticos y loas de los marineros y fieles que la acompañarán en todo momento, así como la exhibición pirotécnica a cargo de los Hermanos Toste.
Adolfo González insiste en “la singular tradición histórica donde marineros y pescadores llegados de un municipio, en este caso Puerto de la Cruz, veneran tanto a la imagen de otro, en este caso a la Virgen del Carmen de Los Realejos, que desde hace más de 270 años tienen marcado en el calendario un día especial en el que la pasean sobre sus hombros, un hecho histórico, cultural, patrimonial, de unas características peculiares que no se da en ninguna otra comarca de nuestras islas”.
Anecdotario de una tradición de dos pueblos
Según el investigador portuense José Javier Hernández, “cuando se acerca la celebración de la Octava de Nuestra Señora del Carmen, siempre a continuación de las fiestas patronales del Puerto de la Cruz, estas personas, de oficios diferentes pero relacionados todos ellos con la mar o la comercialización de sus productos, se pasa aviso en sus lugares habituales de reunión o de trabajo para quedar, de esta forma, citados en Los Realejos la tarde en que tiene lugar la procesión de los marinos. Algunos asisten antes a la ceremonia religiosa del Día de la Virgen”.
Llegada ya la fecha principal, los portuenses, que llaman cariñosamente, a esta imagen como “la Virgen de secano” entonan ante la patrona poco antes de organizarse la procesión la Salve Marinera, al mismo tiempo que contemplan, devotos, el rostro espléndido de la escultura dirigiendo repetidamente hacia ella sus brazos como muestra del cariño y respeto que les merece.
Existe, aún hoy, la creencia de que los realejeros colocan bajo las andas piezas de metal que aumentan el peso, para que el movimiento con la imagen no sea tan brusco. Haya cierto o no en el pasado, es éste el motivo por el cual uno de los del Puerto examina, de forma discreta, el interior de la mesa del trono, bajo las cuelgas de damasco.
Junto a los cargadores, sus familiares más cercanos acompañan a la imagen por las calles de San Agustín. En torno a todos ellos surge una sucesión de muestras de afecto, gritos y vivas de exaltación a la Virgen. Dentro de esa atmósfera, mezcla de devoción y alegría, no ha de faltar la petición piadosa dicha con peculiar estilo, en parte serio y en parte humorístico, que es característico en el hombre isleño.
Es evidente que en la Octava, los marinos portuenses quieren, de alguna manera, sentir y hacer sentir a los demás que la imagen realejera del Carmen, al menos ese día, es más suya. Los habitantes de Los Realejos han aceptado siempre, con mayor o menor grado de aprobación, estas muestras de fervor que son el ofrecimiento de los hijos del Puerto a su Madre. Al fin y al cabo, tras los fuegos, ella habrá de volver, inequívocamente, a su casa en el Santuario que lleva su nombre en el núcleo realejero de San Agustín.