El cultivo de la viña en Los Realejos a se remonta a mediados del siglo XVI, cuando las mejores tierras del municipio compartían la siembra de caña de azúcar con los viñedos.

 

El Pleno del Ayuntamiento de Los Realejos aprobó por unanimidad ayer jueves en sesión plenaria, instar al Cabildo de Tenerife, para la declaración de la técnica de cultivo de la vid, conocida como ‘Cordón Trenzado’, como Bien de Interés Cultural (BIC) en la modalidad de “técnica artesanal tradicional”, a propuesta del Consejo Regulador de la Denominación de origen Valle de la Orotava. El acuerdo con dicha entidad conllevará la aprobación de similar propuesta por los tres ayuntamientos del valle.

El  alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, destaca el trabajo conjunto realizado desde hace años por las administraciones locales y productores para poner en valor este singular cultivo, que debe perpetuarse en el tiempo, ya que no solo representa la calidad de unos reconocidos vinos a nivel mundial, sino también el haber creado un paisaje singular de alto valor estético.

Los viñedos incluidos en la denominación de Origen de esta comarca, en la que se integra el municipio de Los Realejos, cuentan desde hace siglos con este sistema de conducción único en el mundo, que implica una gran labor manual en todas las etapas de la vid, desde la poda a la vendimia y que hacen que el vino que resulta sea fruto de una labor puramente artesanal

Se cree que la aparición del cordón trenzado pueda deberse a la introducción de la variedad Malvasía, a la necesidad de aprovechamiento del terreno o a una combinación de ambas, aunque no existe documentación suficiente que lo acredite. La orografía del terreno y la singularidad de las terrazas y las pendientes de las huertas, trajo consigo la formación del cordón ya que se cubría una amplia superficie, y con su capacidad móvil, permitía tras la vendimia, retirarlos del terreno y aprovechar el suelo para otros cultivos, durante el periodo de parada vegetativa. .

Según el Concejal de Desarrollo Rural, José Alexis Hernández Dorta, nuestra tradición vitivinícola se remonta cinco siglos atrás, a mediados del XVI, cuando las mejores tierras de Los Realejos compartían el cultivo de la caña de azúcar con los viñedos. A la larga, la fama y la calidad de las viñas sembradas en la costa y la menor demanda de riego de éstas en relación a los cañaverales, determinó su progresivo avance. .De hecho, recalca el edil realejero, algunos estudiosos señalan a la Rambla de Castro como el lugar donde se plantaron las primeras viñas Canarias.